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Familias reales en un mundo virtual

Los usuarios de las redes sociales y de entornos virtuales son cada vez más pequeños. Conviven con una sensación de realidad que muestra la paradoja de la perfección y de las carencias. ¿Cómo afectan estos nuevos entornos a la comunicación, a la percepción del mundo, a la relación entre los miembros de las familias y al desarrollo y crecimiento de los niños?

¿Sabías que el mejor antídoto, para un niño o un adolescente, ante el peligro de vincularse en un mundo virtual es estar muy bien vinculado en su entorno real a través de conversaciones francas, sinceras, y sobre todo donde su palabra tenga valor?

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¿Conocés el poder que tiene tu palabra para tus hijos cuando lo que decís está coordinado con lo que pensás y sentís?

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¿Sabías que el “control” bien utilizado, aquel que no se caracteriza por ser persecutorio, sino el que surge en el contexto de las conversaciones reflexivas, les permite a tus hijos sentirse cuidados?

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¿Sabías que una de nuestras tareas principales como padres es nutrir el lenguaje y la comprensión para favorecer la autonomía emocional?

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¿Sabías que los niños que tienen la posibilidad de tener mucha experiencia en conversaciones desarrollan con mayor facilidad sus recursos cognitivos y su capacidad de descubrir cuándo están en una relación peligrosa?[i]

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Una y otra vez volvemos al tema del ‘lenguaje’, convencidas de su riqueza y de ser algo que los humanos no podemos darnos el lujo de perder. Cómo sencilla y magistralmente lo dice Maturana, lenguaje y emoción van de la mano y así, sin darnos cuenta viene el conversar, el encontrarnos, conocernos, mirarnos, escucharnos, olernos.
Lo abstracto y lo primitivo conviven y se van acercando al entrelazar una conversación. Como una calentita y rústica lana, o como un frío y tenso alambre, o como un débil y finito hilo de algodón, la conversación se convierte en el arte de ‘tejer una trama’, un entrecruzamiento de pensamientos, sentimientos, emociones por donde nos mecemos a lo largo del día.
Este lenguaje humano, directo, entre pares, sin mediación se vio interpelado y mediado por la tecnología. Cada vez con más frecuencia el encuentro humano sucede a través de un medio digital, lo cual complejiza la comunicación y la comprensión del mensaje compartido.

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Según The Social Age Study publicado en knowthenet.org.uk del Reino Unido, el 59 por ciento de los chicos de 10 años ya tienen sus propios perfiles en las redes sociales. Los niños ingresan a un mundo al que desean pertenecer porque el modelo que ven son padres conectados, seducidos por un mundo virtual que a veces suena mucho más interesantes que ellos. Hay padres que prefieren mirar la pantalla de un smartphone que los ojos de sus hijos, sin tomar conciencia que son el modelo de sus hijos, modelando con ese accionar un mensaje: estar en las redes sociales es muy interesante.

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Al encontrarnos personalmente, los recuerdos y los proyectos, las ideas y las sensaciones, se entrelazan en un instante y en estos tiempos sucede que prescindimos de la presencia física, del lenguaje, evitamos las conversaciones, nos distanciamos de las emociones nos vinculamos casi exclusivamente a través del biombo de la tecnología y sus pantallas. Estos nuevos modos de comunicarnos contaminan las interacciones o los intercambios afectivos cotidianos en la vida familiar, en la que se impone las pantallas.
Solemos elegir el ‘control’, todo aquello que podemos ‘decidir’, ‘manejar’, ‘calcular’, en lugar de discurrir en lo que nos presente cada conversación y en ello cada encuentro, alejándonos de una experiencia enriquecedora.

Hacer ‘lenguaje’ es fluir, avanzar, detenerse, atrapar, volver atrás, dibujar un posible futuro, es reparar, afianzar, iniciar, conocer, proyectar, aceptar, terminar, sembrar, soltar, dejar huella, hacer huellas con otros, acariciar, sentir, dar, emocionarse, recibir, alentar, animar, enseñar, aprender… y también es …. despreciar, insultar, denigrar, atacar, maltratar, ignorar, asfixiar, engañar, violentar, provocar, calumniar, lastimar, sospechar, ironizar.

Cuando caminamos el mundo real solemos expresar lo blando y suave de nuestro decir, sin embargo, cuando la comunicación está mediada por un teclado y nos tapa el velo del anonimato perdemos los frenos inhibitorios, soltamos la noción del “otro” como un genuino interlocutor, los valores se diluyen en el mundo virtual, perdiendo lo humano para dar lugar a una involución en el modo de relacionarnos.

Si esta complejidad nos afecta a los adultos, podríamos preguntarnos ¿a qué mundo ingresan los niños? A un mundo de vidas editadas. Casi sin excepción los usuarios de redes sociales editan su vida antes de mostrarla al mundo. Tenemos filtros, emoticones, editores y todo tipo de aplicaciones que nos permiten hacer de nuestras fotos y videos, algo mucho más lindo que la cruda realidad, un mundo donde circula poco la ley que ordena y organiza las emociones. Algo los hipnotiza de ese mundo ideal y algo los tensa cuando las imágenes impactan mostrándoles carencias, que por sus edades no pueden procesar.
Se muestran fotos con las mejores vacaciones, los regalos más exóticos, los padres más felices y los niños que mejor se portan. Y cuando se publican discusiones diarias, los malos ratos, los problemas en el trabajo esas son cosas que le pasan a los otros y sobre las que solo se emiten juicios y sentencias.

La pregunta entonces es ¿cómo afecta esta realidad edulcorada, sin ley ni orden y falsamente perfecta a las familias en su evolución? Esa es la clave. Lo primero que hay que saber es que las redes sólo muestran una parte de la realidad; recortada, parcial y nos dan, la mayor parte de las veces, la posibilidad de leerla o mostrarla a nuestro antojo. Nadie tiene una vida perfecta, la vida se teje en un conversar donde las emociones buscan ocupar un lugar en nuestro cuerpo que nos permita sentirnos a gusto con nosotros mismos y con los demás, sucede en presencias y no en ausencias.

El equilibrio entre la vida virtual y la vida real es un aprendizaje posible y un desafío que nos exige encontrar herramientas para que la tecnología sea un instrumento y no quien dirija nuestras vidas.

Puedes dejarnos tus aportes en el espacio de opinión ubicado debajo bajo del artículo para debatir y generar conclusiones superadoras. 

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